Leonel Formaggioni: El duro oficio de recuperar la pelota

Leonel Formaggioni: El duro oficio de recuperar la pelota

El Vikingo Leonel Formaggioni, un incansable obrero del fútbol, armó sus valijas y fue tras un sueño. Verdaderos trabajadores que salen al mundo a ganarse dignamente un salario que les permita subsistir en el cruel y desigual mundillo del fútbol.

miércoles, 29 de abril de 2020

                                                                                                               Dedicado a los obreros del fútbol

 

“En el fútbol soy muy egoísta: el balón lo quiero para mí, y si el contrario lo tiene, no le espero, se lo voy a quitar, que sepa que se lo voy a quitar, que voy a por él. Mis equipos son eso”

Pep Guardiola

 

Trujillo es un pintoresco y bello municipio español de la provincia de Cáceres, situado en el centro de la comunidad autónoma de Extremadura. Allí nació en 1478 Francisco Pizarro, arbitrariamente catalogado por los oficialistas historiadores europeos como “el gran conquistador del Perú”. En la Plaza Mayor una escultura ecuestre reivindica su figura, su travesía americana que terminó arrasando la cultura Inca. En 1533 una docena de galeones desembarcaron en su tierra natal cargados del oro y la plata que les había robado a los nativos y hoy  forman parte del paisaje turístico.

 

El Club de Fútbol Trujillo es el representante de la ciudad en el actual grupo XIV de la Tercera División de España, una categoría que se emparenta por jerarquía y características con nuestro telúrico Federal A. En 2019 el equipo reforzó su defensa con un marplatense que había jugado su última temporada en Juventud Unida de Rio Cuarto. El Vikingo Leonel Formaggioni, un incansable obrero del fútbol, armó sus valijas y fue tras un sueño. El bravío capitán de la categoría 87´ del Rojo de Mar del Plata, eterno nómade pelota al pie, emprendió de esta manera en suelo ibérico un nuevo proyecto profesional.

 

Su extenso recorrido futbolístico refleja la historia personal de muchos jugadores del ascenso, verdaderos trabajadores que salen al mundo a ganarse dignamente un salario que les permita subsistir en el cruel y desigual mundillo del fútbol. Cito una excelente reflexión de César Carignano, ex delantero trotamundos, muy buen periodista en la actualidad.

 

“Por eso, miles viajan a buscar la salvación a otro lado. Lo de cumplir sueños se entiende, lo de salvarse o hacer la diferencia, no tanto. Porque esa lejanía, generalmente también cultural e idiomática, no llena más que los bolsillos y por un rato. De que existen sentimientos, ni se entera. Entonces, aparece la soledad. De uno, de una pareja, de una familia o de varias, pero soledad al fin. Entonces, se comprende que el gran esfuerzo del jugador profesional es la distancia”.

La pandemia y el aislamiento obligatorio en los principales países del planeta han puesto en evidencia la fragilidad del sistema capitalista ante un virus que contagia con la voracidad de un asesino a sueldo. El Covid-19 desconoce clases sociales, razas y credos, pero indudablemente  los pobres, los excluidos, los nadie y los hijos de nadie padecen con mayor crudeza los embates del coronavirus.

 

Leo es uno de los tantos jugadores que hoy se ven afectados económica y emocionalmente por la entendible y razonable suspensión de los torneos. Los dirigentes del FC Trujillo respetaron parte de su contrato y aunque no le pagan el sueldo se hacen cargo del alquiler de su departamento y de la comida. Su voz de mando, además, fue clave para anticiparle a los directivos del club lo que sucedería si continuaban entrenando y jugando en plena pandemia. Vale señalar que España subestimó en los primeros días las consecuencias sanitarias que podía provocar un altísimo número de contagiados.

 

El Vikingo Formaggioni, protagonista de lujo de esta columna, comenzó a jugar como delantero en las divisiones menores de Independiente. El Ruso Claudio Rodríguez vio en él cualidades de zaguero y le permitió, desde su nueva posición, destacarse en los campeonatos infanto juveniles liguistas. Con el Ruso logró el subcampeonato de primera en 2007, formando parte de una mítica y temeraria defensa conformada por Marcos Escude, Leo, el Gusi Ariel Carli y el entrañable Coco Cano, actual presidente honorario del club del raspa que te raspa. En el barrio Pompeya todavía algunos estoicos hinchunes diablos aseveran  que solo a golpe de espada se podía doblegar aquella marca zonal del Rojo.

 

Independiente fue su primera casa y allí aprendió el oficio de jugador de la mano de excelentes formadores. Destaca las cualidades humanas de  Claudio Lanzoni, a quien considera una especie de Marcelo Bielsa, y a Raúl Starópoli por haberlo ratificado como zaguero y capitán en su categoría. En 2010 Leo, bajo la conducción táctica del Tano Daniel Di Fonso, fue uno de los baluartes defensivos en la obtención del último título del club de la calle San Juan.

 

Unión de Mar del Plata es un punto de inflexión en su carrera como futbolista profesional.  En el Celeste se encontró con tres personas que terminaron siendo parte sustancial de su vida deportiva: Claudio Balsano, Alberto Fanesi y  Gustavo Noto.

 

En 2011 Balsano confió en sus cualidades, repotenció su personalidad,  domó su carácter y fue clave en su reconversión como jugador. Fanesi lo rescató de la liga local y le  dio la posibilidad de mostrarse y debutar en el Federal A. Gustavo Noto, por su parte,  sacó provecho de su solvencia en la marcación y de su formidable cabezazo en las dos áreas, creyó en sus virtudes como líder positivo para su equipo y le confirió la titularidad  en el  plantel que logró el  histórico ascenso al Nacional B, donde también supo ganarse su lugar a fuerza de sacrificio y muy buenas actuaciones individuales.

 

Los tres entrenadores coinciden al destacar la nobleza del Vikingo Formaggioni, su temple ganador, su condición de buen tipo y mejor compañero, y su honestidad intelectual para afrontar cada entrenamiento, cada partido. Leo sintetiza para ellos uno de los claros ejemplos de superación personal.

Previo a su consolidación en Unión quedan dos frustrados intentos en el exterior, uno en Italia en 2006  y otro en España tres años después.  En 2011 jugó la primera parte del torneo Federal C vistiendo los colores de Talleres de Mar del Plata. Luego de Unión su aventura futbolera le posibilitó integrar las plantillas de Camioneros, Independiente de Chivilcoy, Central Norte de Salta, Juventud Unida de Rio Cuarto y CF Trujillo.

 

Su carácter irascible, sus peleas y sus continuas expulsiones en el comienzo de su carrera fueron esmerilando su talento y en muchas ocasiones oficiaron como una infranqueable  barrera para lograr sus primeros objetivos en el fútbol. Tal vez la gran mayoría podía ver los síntomas  de tanta rebelión, de tanta furia acumulada,  pero solo unos pocos pudieron entender que la prematura muerte de su mamá a los 39 años de edad  marcó a fuego y para siempre el corazón de un adolescente que se soñaba jugador profesional. Leo fue tutor, padre, amigo, guía y  confidente de Jonathan, Ángelo y especialmente de Rocco, sus hermanos. Ellos y la abuela Bety son su principal orgullo, su razón de ser en esta vida.

 

A futuro se piensa entrenador para transmitirles a los chicos su pasión por el juego, sus conocimientos  y sus vivencias personales que trascienden la geografía de un campo de juego. La amistad es un bien preciado para la carrera de un futbolista y él entonces  hace gala de las virtudes de sus amigos Lucho Mazzina, Guille Agüero,  Dani Arzumendi, el Pájaro Daniel Fortunato, Nahuel Coco Cano y su representante Gustavo Bedmar.

 

Esta crónica periodística desea transformase en un merecido reconocimiento para un obrero, para un laburante del fútbol. Un tipo noble que va por las canchas cabeza en alto, orgulloso del camino recorrido, ganándose desde el difícil oficio de recuperar la pelota su paga mensual. En su cuenta bancaria no hay millones. No hay pautas publicitarias ni escándalos mediáticos en las revistas chimenteras. Leonel Formaggioni representa en su esencia lo mejor de los jugadores del ascenso, de los amateurs, de los que aman el juego como Diego Maradona, que entrenan como Lio Messi, que son tan profesionales como Javier Mascherano, que sueñan como Lautaro Martínez, pero que cobran como un simple trabajador, cuando cobran.

 

En estos tiempos de pandemia los detractores, oscuros fulanos que dicen amar la humanidad pero desprecian la cultura popular y a su gente, les caen sin contemplación alguna a los futbolistas, los hacen responsables  de la pobreza  y la falta de solidaridad humana.  En su defensa recuerdo una formidable mirada de un escritor hispano en un texto que descubrí cuando era muy pibito.

Uno de los primeros libros que leí en mi infancia lo compré en una mesa de saldos, tendría nueve o diez años. Estaba en una caja de zapatos, recuerdo que pude pagarlo con el vuelto de una compra al almacén del Tano Farace. En la tapa, color naranja, emergía la figura de Ricardo Zamora, “el Divino”. El autor Francisco González Ledesma narraba vida y obra de uno de los mejores guardametas del fútbol español.

 

En su primer capítulo encontré una sabia y sencilla explicación que me permitió desenmarañar la fascinación que generan en las masas los ídolos populares.

 

“¿Pero por qué gastan tanto dinero en retratar la vida de un futbolista? Al fin y al cabo ¿Quién es ese hombre? ¿Qué cosa inventó? ¿Qué vacuna descubrió? ¿Qué países conquistó? ¿Qué países liberó? ¿Cuántos libros escribió? ¿Qué hizo en pos del progreso y la ciencia?…

 

La respuesta es simple, ese hombre los divirtió, ha hecho, ni más ni menos, que más llevadera la vida de sus semejantes…

 

Y desde aquí agrego que no importa si visten la camiseta del Real Madrid o del equipo del barrio. Porque en definitiva todos son futbolistas y todos en mayor o menor medida  viven con tristeza la imposibilidad de jugar el deporte que aman. Por eso quiero decirles a los jugadores, a los de ayer y a los de hoy, que los extrañamos mucho, que los queremos  y por supuesto darle las gracias por divertirnos y hacer más llevadera nuestras vidas.

 

Mario Giannotti

 

Comentarios de los lectores

  1. Nacho zabala dice:

    👏👏👏👏👏👏👏👏

  2. Gustavo dice:

    Excelente nota.un muy merecido reconocimiento
    .una caricia al alma!!

  3. Claudio Giovanoni dice:

    Que buena historia Mario, sin dudas que Leonel es un trotamundos del fútbol y por donde pasó dejó su sello de calidad en el juego pero más su impronta como pesona.
    Emocionante relato, porque lo traslado a tantos futbolistas y entrenadores que hacen las valijas con sueños e ilusiones por amor a una pelota de fútbol y sufren el desarraigo.

  4. Ricardo Gamarra dice:

    Hermoso relato de una historia, que por ser repetida en muchos jugadores no deja de ser emocionante y entrañable. Abrazo grande de gol.

  5. Carlos Melara dice:

    La historia de Leonel tan emotivamente descripta por Mario le vale lo que un amigo dice : la vida es lucha y la lucha es vida.

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