Eduardo Galeano, la valentía de Obdulio, el talento de Diego

Eduardo Galeano, la valentía de Obdulio, el talento de Diego

¿Por dónde andarás admirado Eduardo? ¿Quiénes recogerán tus libros? ¿Quiénes alzaron tus banderas revolucionarias? ¿Qué fue de nosotros? La tristeza sangró más allá de las venas abiertas de tu amada América Latina. Tras aquella dolorosa noticia del 13 de abril de 2015 muchos de tus lectores sentimos que nos habíamos quedado además, sin uno de nuestros mendigos preferidos de buen fútbol.

domingo, 12 de abril de 2020

“Tuve la sensación, y además sentí, que las palabras pueden tener dedos, es decir, que tocan a quien las lee y que esa relación casi física de la palabra con el lector vibra con mucha intensidad”.

Eduardo Galeano

 

Te imagino jugando en un baldío pobre, tirando paredes con el Gordo Soriano y con el Negro Fontanarrosa. Gritando goles celestes narrados desde la garganta prodigiosa y pasional de Carlos Solé. Corriendo tan veloz como Alcides Ghiggia sobre la frontera de la banda zurda. Quizás en tu cielo tricolor, en algún picadito celestial, sombrero en mano, todavía se escuche tu súplica por una  linda jugadita. No tengo dudas que allí te reencontrarás con algunos jóvenes dioses conocidos, dioses ajenos y lejanos a los que nos quisieron imponer desde el sistema. Y entonces les contarás sobre Diego Maradona, el único Dios sucio y pecador que jugó al fútbol, el más humano de todos ellos.

 

Tu historia querido Eduardo fue un irreverente acto de creación, una historia de dignidades, un puñado de pasiones que acompañaron los días de los vencidos, de los desprotegidos, de los nadie. Como Obdulio Varela en el 50´, en pleno Maracanazo. El Negro Jefe  acaso fue un buen modelo para tu vida. Un hombre sencillo que en momentos difíciles  nunca separó  la razón del corazón y la emoción, fue un “sentipensante” que no divorció la cabeza del cuerpo.

 

Compungidos, tristes,  taciturnos, esperanzados, alegres, perdidos en la vastedad de tu ausencia terrenal releemos tus libros y te sentimos cercano otra vez,  y mientras dejamos caer una lágrima sobre una de las páginas por fin clavamos los ojos más allá de la infamia para  adivinar otro mundo posible. Las letras nos atrapan, nos tocan y  las palabras consiguen esa relación casi física que permite que el alma vibre con intensidad.  Pasa el tiempo e indefectiblemente tu pensamiento arde en nuestras vidas con tanta pasión que no podemos dejar de leerte sin parpadear. El fuego de tus días aun enciende las voluntades de hombres y mujeres que saben con certeza que este desarrollo mundano desarrolla la desigualdad.

Sufren los nadie, los hijos de nadie, los dueños de nada, víctimas de un modelo económico que avala y difunde en sus “miedos”  de comunicación la explotación del hombre por el hombre mismo. Cuánta razón tenías cuando decías a orillas del Mediterráneo que  ahora los barcos negreros no cruzan el océano, ahora los traficantes de esclavos operan desde el Ministerio de Trabajo. Salarios africanos, precios europeos.

 

Me pregunto si seguirás pensando lo mismo de la muerte, aquello que creías cuando mortal.  Que la muerte y el nacimiento eran hermanos. Que la muerte ocurre para que el nacimiento sea posible. Y que hay nacimientos para confirmar que la muerte nunca mata del todo. Y en realidad, a la distancia, tu definición parece cierta,  porque desde aquel horrible 13 de abril de 2015 la parca no te mató del todo y aún permaneces vivito y coleando en cada uno de nosotros.

 

Hoy, cinco años después,  una pandemia mundial nos invita a repensar el tan promocionado  progreso de la humanidad. Leo: “la cibercomunidad naciente encuentra refugio en la realidad virtual, mientras las ciudades tienden a convertirse en inmensos desiertos llenos de gente, donde cada cual vela por su santo y está cada cual metido en su propia burbuja.”

 

Por tanto, aquí estamos admirado Eduardo, desprovistos  de besos y abrazos que solo son posibles en las también sobrevaloradas y endiosadas redes sociales. A pura cuarentena comenzamos a entender y aprendemos a los golpes que debemos despojarnos de una buena vez y para siempre de la oprobiosa  cultura del envase.  La virulencia del Coronavirus expone y pone en claro que el amor, en cualquiera de sus formas,  importa más que cualquier contrato matrimonial, que el muerto más que el funeral, que el cuerpo más que la ropa y para los creyentes, Dios más que la misa.

 

Aprovecho y reescribo Eduardo esta magnánima reflexión que pensante tiempo atrás, cargada de tanta actualidad que abruma. “La divinización del mercado, que compra cada vez menos y paga cada vez peor, permite atiborrar de mágicas chucherías a las grandes ciudades del sur del mundo, drogadas por la religión del consumo, mientras los campos se agotan, se pudren las aguas que los alimentan y una costra seca cubre los desiertos que antes fueron bosques.”

 

El encierro y el temor a perderlo todo también nos obliga a repensar el significado de la palabra solidaridad.  Los dueños del mundo cuidan sus mal habidas fortunas y dejan entrever en cada acto sus verdaderas intenciones. Por eso es fundamental reforzar una idea.  “A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder”.

Extraño Eduardo tus batallas filosóficas con los detractores del fútbol, oscuros personajes, intelectuales que dicen amar a la humanidad pero desprecian a la gente. Escucharte era tan placentero como ver a Diego con una pelota atada al pie o a Lio llevándola dentro de su pie.

 

“Porque el fútbol es el espejo del mundo y en mis libros yo me ocupo de la realidad. Yo soy un escuchador de sus voces: quiero escuchar lo que ella cuenta para contárselo a los demás. Por eso me interesa la realidad que fue, la que es y la que será. Y el fútbol es una parte fundamental de la realidad, siempre me pareció muy indignante que la historia oficial ignorara esa parte de la memoria colectiva que es el fútbol en países como los nuestros, como el tuyo y como el mío. Los libros de historia del siglo veinte nunca lo mencionan, jamás, no existe; y ha sido fundamental para la gente de carne y hueso. ¿Cómo que no existe?

 

Leyéndote muchos aprendieron que el fútbol, nuestro amado futbol, lo más importante de las cosas menos importantes de la vida de un hombre o una mujer, es, a pesar de todos los pesares, “un espacio de expresión de destreza, y en ocasiones de belleza, un centro de encuentro y comunicación de los pocos lugares donde los invisibles pueden todavía hacerse visibles, aunque sea por un rato, en tiempos donde esa hazaña resulta cada vez menos probable para los hombres pobres y los países débiles”.

 

Alejandro Dolina dijo cierta vez, hablando de Diego Maradona, que para muchos niños a quienes la vida había maltratado con dureza, el fútbol suele ser más importante que la vida, porque allí, dentro de una cancha, podían cumplir sus sueños  y escapar a la pobreza.

 

En consecuencia, reencuentro Eduardo tu mirada sobre las utopías que cargan sobre sus hombros los hijos de nadie, lo dueños de nada  que apuestan su futuro a la una pelota de cuero. “El niño pobre, en general negro o mulato, encuentra en el fútbol la posibilidad de ascenso social, que no tiene otro juguete que la pelota: la pelota es la única varita mágica en la que puede creer”.

 

Querido Eduardo escribo estas líneas a cinco años de tu desaparición física para confirmarte que la muerte no te mató del todo. Que tu pluma aún nos invita a la maravillosa aventura de vivir, que tu coraje y tu inclaudicable coherencia ideológica son un faro, una luz, una estrella que nos muestra  un camino a transitar. Estás más allá, en el horizonte. Para quienes no atrevemos y bosquejamos historias sos un una sublime utopía.

 

Te extrañamos Eduardo, te queremos. El planeta hoy más que nunca necesita de tu prolífera sabiduría de hombre culto y popular que supo escuchar las voces  de los olvidados. Al fin y al cabo estimado Eduardo, muchos de nosotros somos tus fieles lectores para ser mejores personas, para poder cambiar lo que somos.

 

Mario Giannotti

 

Comentarios de los lectores

  1. Claudio Giovanoni dice:

    Magnífico Mario. Todos estos conceptos de vida que defendió a ultranza el gran maestro Eduardo Galeano, son como una Biblia para todos los que amamos el fútbol y la igualdad. Te vuelvo a felicitar amigo.

  2. Raúl dice:

    Mario fue una genialidad traer a Galeano y sus pensamientos mágicos para este momento. Gracias por compartirlo

  3. Ricardo dice:

    Como siempre querido amigo, muy bueno, abrazo de gol desde muy lejos.

  4. Fernando Cuesta dice:

    Fernando Cuesta Nunca escribo ni en diarios, ni portales, y mucho menos por redes sociales. Pero esta vez la excepción es el fútbol, que siempre está presente en tu pluma Mario, en forma magistral, tejiendo historias, con personajes que siempre me atrapan. Y hoy en el aniversario de este siempre entrañable y admirado Eduardo Galeano. En este tiempo de soledades por el omnipresente Cobos 19, tu lectura como siempre nos hace muy bien.

  5. Jorge Gordillo dice:

    Siempre me sentí atraído por los razonamientos de Eduardo. Sabio lector de las necesidades humanas,como así también, sus miserias. Hoy estamos frente a un cambio de paradigmas que nos propone la naturaleza a la humanidad toda, donde deja al descubierto que para ser rico no hacen falta ni bienes materiales, ni dinero ni poderes, solo se necesita estar VIVO Y VIVIR HUMANAMENTE….

  6. Ricardo julioRodriguez dice:

    Pudo ser hace 12 años que compre 2 libros en la feria,palermo,bs.as.2 solos, de Galeano,aun conservo,Espejos,una:pequeña historia para conocer a este formidable escritor que comparte mi mesita de luz.admiro a aquellos que se prenden siempre a su lectura, aun hoy, tan real.que los buenos escritos,como Mario,quisiera saber de sus ricas y ubicadas reflexiones de tanta ignorancia,como la mia.esta gripecita? Pasara y supongo seremos mejores personas, como Eduardo pregonaba en su humilad tragica.

  7. Carlos Melara dice:

    Excelente Mario como siempre y nos tenes acostumbrados a seguir tus comentarios renglón a renglón con ganas de que no se termine el artículo,formidable.
    Si es verdad a Galeano se lo extraña y las caricias a nuestras almas con sus pensamientos humanamente populares….

  8. Karla dice:

    Inolvidable…escucharlo…leerlo ❤

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