Argentinos Juniors 1985: una panzada de buen fútbol

Argentinos Juniors 1985: una panzada de buen fútbol

Han pasado los años y el recuerdo de aquel Argentinos Juniors permanece inalterable, su filosofía futbolera revive en cada atorrante que intenta una gambeta. Nosotros, hoy, en tanto, ya poco nos parecemos al talentoso Panza Mario Hernán Videla.

jueves, 3 de octubre de 2019

“Uno vuelve siempre
a los viejos sitios
donde amó la vida
y entonces comprende
cómo están de ausentes
las cosas queridas.
Por eso muchacho no partas ahora
soñando el regreso,
que el amor es simple

y a las cosas simples las devora el tiempo”

Armando Tejada Gómez

 

Tras el triunfo de River ante Boca en el primer cruce semifinal de Copa Libertadores, el virtuoso andar de Nacho Fernández trajo irremediablemente a  mi memoria el juego excelso que supo desplegar años atrás el Panza Mario Hernán Videla. Un mediocampista mendocino quien junto a un par de bichitos irreverentes manejaba los hilos de una marioneta futbolera que seducía a propios y extraños.

 

Argentinos Juniors fue sin lugar a dudas uno de los grandes equipos de la década del 80´. Los primeros vestigios de aquel conjunto  los arrimó el Feo Angelito Labruna, luego el Piojo Yúdica amalgamó experiencia y potrero. A la categoría y a la trayectoria de Jorge Mario Olguín, del Nene Emilio Nicolás Comisso, de Carlitos Ereros, del Pepe Castro, de Enrique Quique Vidallé, se sumaron un puñado de atorrantes. Un barbado Sergio Batista distribuía con criterio el juego en la mitad de la cancha, a su derecha un mendocino, tan pachorriento como exquisito, pensaba cada ataque del equipo de la Paternal y ponía, cuando era necesario, la pelota bajo la suela para repensar ingeniosamente lo que quedaba de partido.

 

Adrián Domenech, su capitán, clausuraba la banda izquierda y unos temerarios José Luis Pavoni y Carmelo Villalba estrellaban contra su humanidad los amagos de valientes delanteros que osaban atacar la defensa de los Bichitos Colorados.

Pedro Pablo Pasculli -PPP–  , había emigrado al Lecce italiano y en su reemplazo el Piojo Yúdica confirmó a un carasucia, figura excluyente del torneo juvenil Proyección 86. El pibe en cuestión caminaba el campo con displicencia, desbordaba un inmenso talento, algunos viejos habitantes del tablón  se ilusionaron y creyeron ver una versión cercana al Diez, vistiendo la nueve. A pura rabona el Bichi Claudio Daniel Borghi se transformó en el máximo exponente de un equipo que enamoraba por su forma de jugar.

 

El 24 de octubre de 1985 Argentinos en la finalísima enfrentó en cancha neutral al América de Cali en un partido desempate, el anteúltimo de la historia de la Copa Libertadores.

 

Enrique Vidallé, Carmelo Villalba, José Luis Pavoni, Jorge Pellegrini, Adrián Domenech, Jorge Olguín, Sergio Batista, Renato Corsi, Claudio Borghi, Mario Videla y Emilio Comisso, fueron los titulares aquella noche.     Fue empate en uno, goles de Emilio Comisso y el Tigre Ricardo  Gareca, y luego de no poder sacarse ventaja alguna en los treinta minutos de alargue, llegó la definición desde el punto penal. Y fue en Asunción, donde Enrique Vidallé se vistió de héroe.

 

«En la definición por penales me tenía fe. Sabía que uno iba a agarrar», recordaba tiempo después  Quique. Y agregó: «Decidí tirarme en todos para la derecha, esperando que alguno de ellos se equivocara. Y tuve la suerte de que uno, Anthony De Ávila, efectivamente se equivocó, la tiró para mi lado y se lo saqué. Algunos compañeros ya festejaban, pero faltaba que la metiera el Panza«.

«El único que podía patear ese último penal era Videla, por su personalidad. Lo de él era un caso muy raro. En los momentos más difíciles, él más tranquilo estaba», me confesó cierta vez el entrenador Yúdica.

 

Y el más pachorriento, el exquisito mediocampista mendocino que jugaba con medias caídas y camiseta fuera del pantalón, con pasmosa serenidad convirtió ante un veterano Julio César Falcioni. Por primera vez un equipo de los denominados chicos lograba el título continental. Todos, de alguna manera, nos sentíamos parte de aquella conquista. Todos los pibes del barrio ensayábamos cientos de rabonas en los potreros, muchos imitábamos el paso cansino de crack del Panza Videla mientras algunos viejos delanteros se dejaron crecer el bigote para emular a Carlitos Ereros.

 

Han pasado los años y el recuerdo de aquel Argentinos Juniors permanece inalterable, su filosofía futbolera revive en cada atorrante que intenta una gambeta. Nosotros, hoy, en tanto, ya poco nos parecemos al talentoso Panza Mario Hernán Videla.  Hoy apenas trotamos la cancha en ásperos picaditos de veteranos, volviendo siempre a los viejos sitios donde amamos la vida, jugando al fútbol, transpirando, quemando grasas para disimular al menos una incipiente panza.

 

Mario Giannotti

 

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