Diego le da cuerda a los corazones triperos

Diego le da cuerda a los corazones triperos

Mi gran héroe terrenal desembarcó en el bosque platense y su encanto nos dibujó una sonrisa en el alma. Su llanto nos contagió y cientos, miles, millones lloramos con él. Diego puede en una cancha lograr los milagros menos pensados, siempre o casi siempre. En Gimnasia o un recordado Torneo de Verano marplatense.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Y no le pidan más cosas,

que nos traiga lo que quiera,

demasiado es para un hombre

cargar su propia leyenda”

Marcelo Sanjurjo

 

Todos atesoramos nuestras pequeñas grandes historias cercanas en el afecto al mejor futbolista de todos los tiempos. Aquí en esta humilde columna meto la mano en la cajita de mis  más preciados recuerdos futboleros y me traslado a una calurosa noche veraniega de 1996.

 

La noticia fue muy movilizadora para nosotros y para los pibes, una noticia, que a la postre, tendría un lugar preponderante en aquella previa de Boca – Racing, segundo partido de una auspiciosa Copa de Verano Mar del Plata 1996. En la presentación del torneo estival, el 15 de enero, Independiente con gol de José Tiburcio Zerrizuela le había ganado 1 a 0 el clásico a su archirrival académico.

 

Boca, en tanto, ostentaba un plantel pletórico de futbolistas consagrados. Navarro Montoya, Gamboa, Fabbri, Giunta, Scotto, Mac Allister, Claudio Paul Caniggia y el mismísimo Diego Armando Maradona, esperaban su presentación en el césped del Minella, presentación que promocionaba además  el debut como entrenador de los xeneixes de Carlos Salvador Bilardo.

 

El certamen contaba también con la presencia del Vélez campeón de Carlos Bianchi  y de un River orientado tácticamente por Ramón Ángel Díaz y conducido futbolísticamente por un genial Enzo Francescoli.

 

Por entonces quien escribe estas líneas, un reciente egresado del profesorado de Educación Física, trabajaba como entrenador y preparador físico en la Escuelita de Fútbol de Guillermo Trama. Cabe recordar que en abril de 1993, tras un grotesco  temporal de viento en Mar del Plata, el Club Independiente había perdido parte de su gimnasio, por tanto Trama se había hecho cargo de las divisiones inferiores y  fue el coordinador de las predécimas de la institución de la calle San Juan. Allí yo era el director técnico de mi amada categoría 88”.

“Beto Galluzo, responsable de la escuelita del Club Kimberley, nos invitó a jugar con los chicos más grandes el partido preliminar de Boca-Racing”, nos contó Trama, primero a los profesores y luego a los pibes.

 

Y así desembarcamos una tardecita del 20 de enero de 1996 al José María Minella. Llegamos cual delegación profesional que disputaría una final mundialista. A lo lejos se recortaban sobre las populares las primeras banderas, tenuemente se escuchaban los primeros cánticos y  se divisaba una multitud que espera con ansiedad su turno para entrar al estadio.

 

Nuestros pibes ingresaron a la cancha impresionados por el marco festivo que acontecía en las inmediaciones del  campo de juego. Recuerdo también que mientras jugábamos el amistoso, cada vez que algunos de los chicos marcaba un gol o improvisaba una gambeta maradoniana, los integrantes de la Doce y la Guardia Imperial, vitoreaban el número de su camiseta y les obsequiaban una ovación desde las gradas.

 

De pronto, de manera imprevista, Bilardo se acercó hasta la zona de los bancos de suplentes y se fundió en un abrazo con Guillermo Trama. Con el profe Juan Carlos Raiteri lo saludamos e inmortalizamos aquel momento con una foto de ocasión. Luego fiel a su conducta obsesiva Bilardo alentó y corrigió los movimientos tácticos de algunos de los pibes que jugaban el amistoso preliminar.

 

 

Promediando el primer tiempo, divisamos la figura de un fulano que ingresaba a la cancha. Su estirpe gardeliana se recortaba en la noche.  Pantalón corto, remera blanca y zapatillas negras. El estadio comenzó a cantar el clásico ¡Diego, Diego, ole, ole…! Los flashes de las cámaras fotográficas iluminaban los pasos del 10 que había llegado hasta allí para pisar el césped del Minella. Diego se acercó muy bien predispuesto hasta los bancos de relevos, saludó a Beto Galluzo y a Guille Trama. Los pibes del partido jugaban pero sus ojitos estaban puestos en lo que pasaba fuera de la línea de cal. Nos saludó, dialogó con los afortunados suplentes de ambos equipos. Nos sacamos una foto. Mientras lo abrazaba pensaba “pobre tipo”, en definitiva, ahora yo soy uno más que lo cargosea, que le pide, que le agradece, que lo observa con indisimulable admiración.

 

El 20 de enero de 1996 Boca le ganó a Racing 1 a 0 con gol de la Tota Néstor Ariel Fabbri y 32. 880 espectadores ovacionaron al mejor de todos en un impactante torneo de verano.

Aquel 20 de enero de 1996 fue la primera y la única vez que vi jugar en vivo al Pelusa. Aquella noche fui protagonista de una vivencia bien maradoniana. Por primera vez en la historia del fútbol pude presenciar la carita de un puñado de pibes que le agradecían a Dios haber sido suplentes en un partido preliminar de un Boca – Racing en un mítico torneo estival marplatense. Diego puede en una cancha lograr los milagros menos pensados, siempre o casi siempre.

 

El pasado domingo mi gran héroe terrenal desembarcó en el bosque platense y su encanto nos dibujó una sonrisa en el alma. Su llanto nos contagió y ciento, miles, millones lloramos con él.

 

El Pelusa, una vez más,  enciende la ilusión, una pequeña e irrenunciable esperanza. Diego es un eterno retorno, una inagotable utopía. Diego, el Diego de la gente, en La Plata, en el barrio de René Favaloro, también le da cuerda a los sufridos corazones triperos.

 

Y como escribió y canta mi admirado amigo el Turco Marcelo Sanjurjo: “Y no le pidan más cosas, que nos traiga lo que quiera, demasiado es para un hombre, cargar su propia leyenda”.  

 

Mario Giannotti

 

Comentarios de los lectores

  1. Bruno dice:

    Excelente la narración Mario! Que privilegio poder haber visto a Diego dentro de una cancha. No recuerdo bien qué periodista deportivo un día escribió «nunca nadie le sacó tantas sonrisas a un pueblo con armas tan nobles».

  2. Raúl dice:

    Gracias Mario por recordar cómo dijo Galeano, al más terrenal de los Dioses conocidos. Sigamos siendo observadores de su mágica historia

  3. Daniel Di Bartolo dice:

    Un poema Mario !!!

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