Una selección juvenil sub-16 que fue pura satisfacción

Una selección juvenil sub-16 que fue pura satisfacción

1985, año en el que se concretó la consolidación de un puñado de cracks que trascendieron las fronteras de una querible selección argentina. La sola mención de un apellido idolatrado provocaba curiosidad e invitaba a preguntarse por aquellos pibes sub-16 que jugarían en nuestro país el primer sudamericano de la categoría.

jueves, 9 de mayo de 2019

Muchos queríamos ver en acción al mismísimo Hugo Hernán Maradona, hermano del mejor de todos los tiempos. El Turquito calzaba la nueve en sus dorsales y hacía gala de una gambeta que nos ilusionaba y nos permitía soñar con un heredero real al trono del 10. En la mitad de la cancha, un flaco que jugaba de cinco en las inferiores de Argentinos Juniors, transitaba a pura elegancia el campo de juego. La zurda de Fernando Redondo también enamoraba a propios y extraños.

El entrenador era Carlos Pachamé, un “pincharrata” que había logrado reunir a una veintena de talentosos futbolistas quinceañeros que jugaban con tal desparpajo que Canal 11 se vio obligado, iniciado el campeonato, a transmitir cada una de sus presentaciones.

1985, signo de los tiempos, tiempo de jóvenes, tiempo donde comenzó a transmitir FM Buenos Aires/Rock & Pop, año en el que abrió sus puertas Cemento y se publicó el primer suplemento de un diario dedicado exclusivamente a la juventud. Bandas como Soda Stereo, Virus y GIT editaron los discos que los catapultaron a la cima. Nada personal, Locura y el álbum negro, respectivamente-, convirtieron al rock argentino en un fenómeno latinoamericano con etiqueta for export.

Sin la promoción que comenzaba a pesar en el pensamiento y en el desarrollo de la industria discográfica, ese mismo año Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota lograron finalmente editar su álbum debut Gulp!, disco que fue presentado en Cemento el 23 de agosto de 1985.

La selección argentina sub-16, en tanto, acaparaba también las miradas de los más jóvenes y recogía innumerables elogios de los viejos cronistas deportivos. El once albiceleste logró el título de manera invicta desplegando un juego vistoso y efectivo. El 22 de abril en cancha de Vélez superó a Brasil en la finalísima por tres tantos contra dos. Dos goles de Hugo Maradona y el restante de la promesa Cuerva, Lorenzo Frutos.

El Gato José Miguel fue el arquero. Valenzuela, Cibulzky, Fernando Cáceres (aunque en la final jugó Almirón), y Gabriel Marino, eran los defensores. Fernando Kuyumchoglu, Fernando Redondo y Lorenzo Frutos, los mediocampistas. Los atacantes: Pedrito Sallaberry, el Turco Maradona y Mario Facundo Roca.

Un año después este equipo disputó el mundial de la categoría en China sin poder alcanzar el grado de brillantes que desarrolló en el Sudamericano, quedando eliminado en segunda ronda.


1985, los pibes escuchábamos a Miguel Mateos. Zas editaba Rockas vivas, el álbum que con 300.000 copias vendidas, marcó un récord absoluto para el género. Dijo alguna vez Miguel Mateos: “Rocas vivas fue un puñado de canciones que lucharon contra la dictadura y le dieron la bienvenida a la democracia”.

1985, tiempo en el cual nosotros, adolecentes torpes, aprendíamos a cerrar las primeras heridas de amor, mientras los pibes de la Selección Argentina sub -16, jugando al fútbol, nos daban, como Miguel Mateos haciendo música, “un poco de satisfacción”.


Mario Gianotti

                                                                  

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