Gustavo Galera: Dinámica del pensamiento

Gustavo Galera: Dinámica del pensamiento

Una charla amena con el psicoanalista y director técnico Gustavo Galera nos permite reflexionar sobre las estructuras de pensamiento del mundillo del fútbol, repasar su trayectoria como jugador y recordar la entrañable figura de Alejandro Giuntini, su amigo del alma.

miércoles, 3 de junio de 2020

Bronca pues entonces cuando quieren
que me corte el pelo sin razón,
es mejor tener el pelo libre
que la libertad con fijador”

Miguel Cantilo

 

Su discurso es ameno, reflexivo, enriquecedor. Desnuda las palabras  y como por una suerte de radiografía auditiva, las escucha más allá de su significado. Como buen psicoanalista sabe que siempre hay una historia detrás de cada persona, que hay una razón por la que se muestran como son. Su mirada analítica de las cosas, su frontalidad para expresar sus ideas y su inquebrantable escala de valores, provocan ciertas rispideces, pequeños conflictos filosofales con aquellos individuos que desacreditan el fecundo intercambio de ideas, que desestiman la opinión del otro y sólo escuchan a quienes no los cuestionan.

 

Tal vez sus experiencias como futbolista le permitieron comprender y vivenciar que la ética y la moral no son simples materias de estudio académico. Por ejemplo, Albert Camus, escritor y filósofo francés Premio Nobel de Literatura en 1957, muy buen arquero en los años de su adolescencia, solía manifestar en público que “tras muchos años en los que el mundo me ha brindado innumerables espectáculos, lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol».

 

Su pasión futbolera comenzó en los picaditos de la infancia, en el barrio Villa Lourdes, en el campito de la esquina de su casa, hoy Plaza Carlos Gardel. Allí aprendió a tirar paredes con el talentoso Fabián Mandarina Martínez, algunos años mayor que él, crack y emblema futbolístico tiempo después en la Primera División de Kimberley.

Gustavo Galera es sin lugar a dudas un genuino producto de la cantera del Dragón. Por intermedio del padre de un compañero del colegio San Alberto arribó con diez años de edad en 1977 al club que lo formó y le permitió desempeñarse profesionalmente en los jerarquizados torneos que organizaba la Liga Marplatense de Fútbol.

 

“Kimberley era un club que marcaba diferencia en divisores menores. El respeto por el juego, por la pelota bien tratada y su disciplina deportiva en cada uno de los entrenamientos, donde el que faltaba no jugaba el domingo, me transformaron en un jugador de Primera. Julio Gómez hizo mucho por los más chicos y después aprendí de la mano de Carpeta Eito. En 1985 debuté en la máxima categoría con la dupla técnica que habían conformado Pedro  Gómez Vila y el Pollo José Messina”.

 

En 1981 Kimberley participó en el Mundialito de clubes  Sub -14 que organizó River Plate, formó parte del grupo 4 de la subsede Mar de Plata.  Flamengo de Brasil, Independiente de Avellaneda y el Inter de Milán fueron los rivales del anfitrión en el Mundialista. Este certamen tuvo algunas particularidades que bien valen señalar y que a la postre fueron el punto de partida y la consolidación de una entrañable relación con su amigo Alejandro Giuntini.

 

El Verde quedó eliminado en el estadio Monumental en cuartos de final y el campeonato fue para el Inter, conjunto italiano que contaba en sus filas con Massimo Ottelenghi, goleador del torneo con siete tantos. Tras la conquista frente al famoso Tahuichi boliviano, los medios denunciaron que Ottolenghi nunca había viajado a la Argentina y que era en realidad Massimo Pellegrini, un delantero que estaba pasado en la edad reglamentaria. El Inter fue sancionado y le quitaron el título.

 

El otro hecho significativo en el contexto de esta crónica es que Alejandro Giuntini, promisorio zaguero de Peñarol, desembarcó en las filas del Verde. Galera y Eito fueron claves en el fichaje del rubio pelilargo milrayitas al club de sus afectos personales. Cabe mencionar que el apellido Giuntini es sinónimo de Kimberley, su abuelo fue uno de los fundadores y Víctor su papá, jugador.

 

Allí descubro el primer gesto de nobleza de Gustavo Galera en su impecable trayectoria deportiva. Él era el referente de ese equipo, jugaba de dos y para que su amigo fuera titular en su puesto se reconvirtió como número cinco, posición que ocupó hasta el día de su retiro en 1999 jugando en Ferroviarios de Balcarce.

 

Independiente después del Mundialito, a través de Nito Veiga, pretendió  sumarlo al plantel Rojo, pero su padre  se opuso a que viajara y se mudara a la pensión del club de Avellaneda con tan solo catorce años de edad. El avaló esta decisión y años después encontró en la psicología sólidos fundamentos para refutar los razonamientos de quienes creen que un adolescente debe emigrar tempranamente al fútbol porteño de elite para llegar al profesionalismo.

“Nunca le recrimine nada a mi papá por aquella determinación. Es más, hoy creo que es una locura que un chico de catorce años se vaya de su casa a una pensión. Hablo siempre de un adolescente que está contenido en una familia estructurada, no de aquellos que viven situaciones extremas donde un club puede aparecer como una salvación. El detector de talentos solo quiere tenerlo lo antes posible y compite con otro que quiere lo mismo. En realidad es una pelea de intereses donde muchas veces los chicos quedan relegados”.

 

Juntos diseñamos una aleatoria lista de futbolistas marplatenses que lograron jugar, muchos de ellos con trascendencia internacional,  en clubes de primera sin pasar por las divisiones menores de AFA. Gabriel Amato, Alejandro Giuntini, Marcelo Ríos, Carlos Miori, Santiago Rosales, Joel Carli, Nahuel Roselli, Cristian Menéndez, Pablo Corti, Guillermo Trama y hasta el mismísimo Lucas Martínez Quarta, quien se fue a River Plate con dieciséis años cumplidos.

 

“El roce con jugadores de AFA depende de la edad, no es lo mismo a los catorce que a los dieciséis. A los catorce los chicos  juegan muchas veces en la Metropolitana, un campeonato que termina siendo igual o peor que la Liga Marplatense, que a mi entender es una de las mejores del planeta,  entonces el roce y la competitividad es relativa. Es mucho más lo que se pierde que lo que se gana, porque la constitución subjetiva que hace un chico a los dieciséis años no se puede reemplazar con nada, no hay ningún coordinador ni ninguna pensión, ni ninguna estructura que forme a un joven a esa edad, que vaya a darle los condimentos que si puede ofrecerle y brindarle una familia estructurada. Es más, desde los técnico, por ejemplo, algunos dicen que para mejorar el pase orientado hay que jugar en Buenos Aires y yo digo que si en Mar del Plata los entrenadores no podemos enseñarlo  y corregirlo, entonces destruyamos todas las estructuras de inferiores”.

 

Como futbolista Gustavo Galera vistió las camisetas de Kimberley, Aldosivi, Almagro Florida, Independiente, Círculo Deportivo, Banfield, Los Andes y Ferroviarios (Balcarce).  Luego formó dupla técnica con Alejandro Giuntini, su entrañable compañero, su amigo. Juntos en 1999 forjaron el proyecto deportivo en Almagro Florida que potenció la formación de jóvenes futbolistas de Mar del Plata y la zona.

 

El actual titular de Liga Marplatense de Fútbol, el Doctor Roberto Fernández, fue quien los recibió y los escuchó por primera vez. “Alejandro y Gustavo vinieron a la Liga, se interiorizaron por el torneo local y se acoplaron a nuestro caballito de batalla que eran los juveniles. En Almagro Florida junto a Claudio Balsano y Fernando Villeco hicieron un trabajo formidable. Allí empezaron, entre tantos,Fernando Telechea, Sergio del Curto, Federico Moreira, Federico Santiago, Rodrigo Osambella y Javier Boggón”.

 

En 2000 Oscar Salerno los convocó para que dirigieran a Aldosivi en el Argentino A. El equipo mantuvo la categoría con muchos chicos de la ciudad, una idea y una propuesta que sostuvieron a pesar de las críticas y los temores de algunos dirigentes portuarios.

 

Con Alejandro siempre dijimos que el fútbol local debía abastecerse de jugadores locales y en ese punto lo sigo sosteniendo, veo que se gasta mucho dinero, que hay mucha inversión en formar futbolistas para después no utilizarlos. Esta es una gran contradicción que tienen los equipos de la ciudad. Los técnicos de primera deben  sumar jugadores  de inferiores, de a poco, como ellos lo arbitren y debe además ser una condición contractual impuesta por los dirigentes. A los juveniles hay que sostenerlos en el tiempo hasta que se consoliden, hay que permitirles encontrar su lugar, su juego, su afianzamiento en un equipo de Primera, y ahí es fundamental el acompañamiento del entrenador”.

 

En 2007 recaló en Alvarado como ayudante de campo de Alejandro Giuntini, un año después viajaron a Costa Rica para asumir en el Municipal Pérez Zeledón, en 2009 regresan a Aldosivi y él fue designado Director Técnico de la Quinta división de AFA, en 2011 vuelta a la liga costarricense para hacerse cargo de Herediano. Aldosivi lo contrata nuevamente en 2012 como entrenador de inferiores y le asigna la Cuarta división que participa en AFA y finalmente en 2013, en la B Nacional,  en el Verdeamarelo, acompaña con Claudio Chacho Cabrera a Giuntini en el cargo de interino hasta la contratación del novato Sebastián Rambert.

 

Su trayectoria futbolística no le impidió ser un destacado alumno universitario. Al finalizar el colegio secundario se inscribió y curso tres años de Derecho, una carrera que desestimó vocacionalmente en un tiempo en el que muchos  docentes, en democracia, ostentaban en los hechos y en sus discursos  los peores resabios reaccionarios y autoritarios de la dictadura cívico militar implantada en la Argentina el 24 de marzo de 1976.

 

El gobierno de facto había cerrado en 1977 a través de la Ordenanza de Consejo Superior Nº 89, aduciendo la necesidad de reestructurar la Universidad, las carreras de Psicología, Sociología, Ciencias Políticas y Ciencias de la Educación. Con el advenimiento del gobierno democrático del Doctor Raúl Alfonsín, en abril de 1985 se crearon los Departamentos de Ciencias Sociales y Psicología y se reabrió la carrera a modo de reparación histórica, primero como Escuela Superior de Psicología y luego en1996 ya como Facultad de Psicología.

 

En 1986 Gustavo Galera encontró finalmente en las aulas de la Facultad de Psicología su espacio, su lugar en el mundo. La etapa final de su carrera futbolística convivió armoniosamente con los primeros años del flamante psicoanalista.

 

“La mayoría del agente que dice que no se puede jugar al fútbol y estudiar a la vez es gente que nunca pasó por la Universidad, sinceramente. A veces se puede complicar, pero es posible realizar las dos cosas. La mirada de quien piensa lo contrario es carente de realidad, objetivamente no hay ningún obstáculo para hacerlo”.

 

Los simpatizantes, los seguidores de los certámenes liguistas de los años 80’ y 90’  lo recuerdan como un criterioso y excelso mediocampista. Con recuperación de pelota, con mucho despliegue físico, con orden y sacrificio táctico, con muy buena pegada, excelente técnica y muy buen primer pase al compañero mejor ubicado. Para muchos en concordancia con su mirada personal sus mejores años como jugador transcurrieron en 1987  en Kimberley, donde compartió equipo con Ale Giuntini, y en 1988 en Aldosivi.

 

“Alguien que llega nunca fracasa, el que  vive del fútbol, que logra ser un profesional no lo vive como un fracaso. ¿Qué es fracasar en el fútbol? ¿Jugar mejor, peor, ser titular, ser suplente? La lógica del fracaso o el éxito es la lógica del hincha que agrede al jugador, que quiere equipar sus vidas. ¡Como yo fracasé, vos también fracasaste! Es relativo pare el hincha resentido que mira egoísta y envidioso al futbolista y le cuestiona la carrera como si hubiera un canon que midiera sus logros personales y deportivos. En la Argentina se tildó de fracasado a Messi por no ganar un campeonato del mundo. En definitiva todo jugador quiere ser profesional y el trabajo en inferiores es ayudarlos a lograrlo”.

 

Nombres propios con mucha personalidad marcaron su camino como entrenador. Luis Merengue García, Daniel Salgado, el Pájaro Esteban Albert, Edeverto Artero y Juan Carlos Carpeta Eito, fueron líderes naturales, muy efusivos, conductores tácticos y estratégicos con mucha llegada a los futbolistas, figuras que trascendían desde su liderazgo lo meramente conceptual.

 

Alejandro Giuntini fue para Gustavo, en tanto, un revolucionario, fue el primero que amalgamó trayectoria, conocimientos y una inclaudicable vocación por el buen juego. Fue un precursor en el entrenamiento con pelota, la cual era utilizada constantemente como elemento motivacional y corrector de los gestos de un jugador, un DT que  entendía que la técnica estaba por encima de la condición física.

 

El 14 de julio de 2016 su corazón se hizo añicos. Su amigo del alma, aquel promisorio zaguero milrayitas a quien le había cedido a los 14 años su puesto en la cancha, no pudo más con su alma y murió después de pelear como un verdadero Dragón contra la maldita leucemia. Este infortunio lo alejó de las canchas y su único vínculo con el deporte que ama fue como columnista y comentarista en las transmisiones radiales de los partidos de Aldosivi y Alvarado en el programa “La Voz del estadio”.

 

“Cuando fallece Ale, el proyecto era un proyecto compartido, ahí  se me cae un deseo y tuve que hacer un duelo muy profundo para aceptar su partida. Para mí fue de mucha angustia y durante mucho tiempo no quise saber nada con relación al fútbol.  Hoy tengo otra mirada y si podría volver a dirigir o ser parte de un cuerpo técnico”.

 

Estas líneas anhelan reflejar la historia de uno de los muy buenos futbolistas marplatenses, un hombre pensante que tuvo muy claro que no existe ningún punto de partida si no se sabe bien a donde ir, un ser humano admirable, un analista de la realidad que hace gala de un discurso ameno, reflexivo, enriquecedor. Un fiel defensor de los futbolistas y los entrenadores  marplatenses.

 

Un hombre del fútbol que merece por trayectoria y formación un lugar en las principales estructuras deportivas de la ciudad. En mi opinión los clubes de Mar del Plata no pueden desaprovechar el bagaje de conocimientos de Gustavo Galera. Un rebelde de pelo largo, disciplinado y honesto, un militante de las causas nobles, un abanderado del campo nacional y popular que pelota al pie y cabeza levantada siempre se la pasa al compañero mejor ubicado, porque entiende que el equipo como la patria siempre es el otro.

 

Mario Giannotti

 

Comentarios de los lectores

  1. Carlos Melara dice:

    Muy linda nota Mario,con un vasto recorrido de parte de la historia de Gustavo al que tuve la suerte de disfrutar en Aldosivi.Muy destacado como jugador,y una gran persona.
    En el desarrollo es muy grato poder recordar sobre todo a los de una cierta franca etaria a Alejandro Giuntini y muchos otros grades protagonistas del fútbol de la ciudad.Formidable.

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