La noche de los abrazos

La noche de los abrazos

El 13 de noviembre de 2014 Unión de Mar del Plata se trepó al cielo de los inmortales y de la mano de un magnánimo Gustavo Noto escribió la página más trascendente de su vastísima historia institucional.

jueves, 14 de noviembre de 2019

“Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran

 y se reconocen y se abrazan.

Ese lugar es mañana”.

(Eduardo Galeano)

 

Una imagen rompe la inmensidad de la noche en Junín. Un abrazo parece contener cientos de abrazos que se multiplican tras el pitazo final del juez del partido.  El grito de gol de Joel Amoroso congeló definitivamente el júbilo de una multitud cordobesa que desembarcó en el mítico “Eva Perón” para acompañar a Talleres. El Gladiador Mazzina, el Vikingo Formaggioni, Juanpi Manzoco y el Piti Alessandroni, desprovistos ya de sus corazas futboleras, se abrazan extasiados de felicidad mientras las primeras lágrimas empapan sus camisetas.

 

El 13 de noviembre de 2014 Unión de Mar del Plata se trepó al cielo de los inmortales y de la mano de un magnánimo Gustavo Noto escribió la página más trascendente de su vastísima historia institucional. El abrazo inconmensurable entre el entrenador Celeste y su hijo Mateo es una postal a corazón abierto que perdurará inalterable en el tiempo. Ayer y hoy se reencontrarán indefectiblemente en la mitad de la cancha  y todos y cada uno de los protagonistas de aquella proeza se reconocerán y se abrazarán en un lugar único, el mañana.

 

Dirigentes, cuerpo técnico, jugadores, auspiciantes y simpatizantes, fueron los paladines de un humilde club barrial que sustentó su hazaña deportiva en un profundo sentido de pertenencia. Un equipo donde la familia fue sostén dentro y fuera del campo de juego de quienes creyeron a pie juntillas que la  esperanza era bandera, que las utopías se transitan con compromiso, con responsabilidad, con pasión.

Esa hermosa conjunción de cariño entre el papá entrenador y su hijo, fiel confidente, compañero en las buenas y en las no tan buenas, no solo fue una emocionante demostración de afecto, piel con piel, sangre futbolera que late en el mismo torrente sanguíneo, ese abrazo fue también  una llave que abrió una preciosa y preciada cajita de los recuerdos. 

 

Allí están, en un abrazo imborrable, los soñadores del 27´. Se apretujan en el festejo los héroes que alcanzaron el primer campeonato en 1946. Una mamá le seca las lágrimas a otra mamá que  recuerda a Juan Carlos, su hijo unionista desaparecido brutalmente durante la última dictadura. Otros, más cercanos en el tiempo, festejan en  familia el título del 2006 y juntos brindan por una incipiente gloria futbolística  en los torneos federales.

 

Tal vez, el viejo Helmer Uranga haya alcanzado a retratar desde su cielo celeste aquella imagen entre Gustavo y Mateo, tal vez alguna de sus pintorescas  caricaturas ilustren un imaginario diario donde la pluma de otro unionista, Oscar Coqui Gastiarena, pueda titular con su sello periodístico la apoteosis de su querido Unión.

 

Dicen algunos que aquella noche en Junín vieron al Flaco Doglioli correr presuroso a Cacho Pagano por una primicia, otros juran y perjuran que fue el primero en colocarle auriculares a Gustavo y a Mateo para que sus voces se expandan por el éter y vivan para siempre en algunas fotografías de Fabián Gastiarena y del Pato Celano.

La noche del 13 de noviembre de 2014 Unión de Mar del Plata, humilde y gigantesco club de barrio de la ciudad, fue puro abrazo. En la cancha superó uno a cero a Talleres de Córdoba y logró el ascenso a la B Nacional.  Hoy aquí, a través de estas sencillas líneas, recordamos la heroicidad de un puñado de soñadores que también se abrazaron en la inmensidad de la noche con una utopía futbolera que tras el gol de Joel Amoroso y el pitazo final del juez del partido se transformó en una maravillosa realidad.

 

Esta columna es tan solo una excusa para felicitar a todos los protagonistas de aquella gesta deportiva y una hermosa posibilidad de recordar esos buenos tiempos, porque como alguna vez escribió el maestro Eduardo Galeano, “recordar es pasar otra vez por el corazón” y me atrevo y agrego humildemente: abrazarnos con el alma, ayer, hoy y mañana.

 

Mario Giannotti

Fotos: Gentileza de Pato Celano

 

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