Lucho Mazzina, gladiador de mil batallas

Lucho Mazzina, gladiador de mil batallas

Esta es una bella historia. La sencilla y maravillosa historia de Luciano Mazzina, gladiador de mil batallas, portador de un noble espíritu solidario, un alma de buena cepa que porta su espada con la dignidad de los que nunca se dan por vencidos, ni aun vencidos.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

“No te des por vencido, aun vencido,

no te sientas esclavo, ni aun esclavo,

trémulo de pavor, piénsate bravo,

y arremete feroz, ya mal herido”.

Almafuerte

 

Mi modesta travesía periodística narrando los avatares de los equipos marplatenses en los míticos torneos de ascenso, me permitió vivenciar magnánimas historias que despertaron en mí una profunda admiración por aquellos nobles futbolistas que disputaban cada partido poniendo desde las ganas hasta el intelecto, desde el talento hasta la vergüenza deportiva.

 

El 25 de marzo de 2015 Unión de Mar del Plata venció en el estadio  José María Minella 2 a 1 a All Boys en el marco de la séptima fecha de la B Nacional. El Celeste tras el triunfo se redimía de una abultada derrota en Paraná y sumaba tres puntos muy valiosos en pos de la muy anhelada permanencia en la categoría. Emanuel Giménez y Leo Formaggioni fueron aquella noche los goleadores del conjunto que conducía táctica y estratégicamente el entrañable Gustavo Noto. Marcos Pirchio, en tanto,  había marcado el descuento para el equipo de Floresta.

 

Promediando los treinta minutos del segundo tiempo un futbolista marplatense comenzó a escribir una historia, una de tantas, que injustamente nunca alcanzaron el reconocimiento periodístico que merecían.

 

Las imágenes perduran intactas en mi memoria. Aun lo veo. Allí está al borde de la arena futbolera, sanando una herida que lo dejó fuera de combate. Tendido sobre una camilla mientras arrasan los bravíos visitantes vestidos de blanco contra la defensa Celeste. El protagonista de estas líneas  golpeaba el piso y un gesto de dolor le desfiguraba el rostro. Sus compañeros, en el campo, blandían  espadas en inferioridad numérica. El Vikingo Formaggioni aguantaba  el cuero desde la bravura de su fortaleza física mientras el Fantasma Wilson Albarracín esperaba que una pelota le llegara mansita para cerrar el partido.

 

Desde la cabina de transmisión presagiamos lo peor. Mazzina no se movía, una rodilla lo inmovilizó por completo. «Esguince leve de rodilla izquierda, con rotura del cuerno del menisco interno y una distensión de ligamento interno», arrojó tras el partido el informe de los doctores unionistas Esteban Maggio y Carlos Vóttola.

A pesar de todo, el mediocampista que había ingresado en reemplazo de Nicolás Castro, nunca despegó la  mirada del campo de juego. Unión soportaba estoicamente la presión del  Albo. Mazzina, por su parte, aguardaba sobre la banda lateral que da espalda a las plateas descubiertas lindantes a la Popular Sur, que un milagro sanase su lesión.

 

Los relevos de All Boys que habían ingresado a jugar en la segunda etapa desbordaban con su juego atildado y vertical a los marplatenses. Lucho Mazzina, entonces,  no pudo más con su genio y de prepo y  casi sin esperar  la aprobación del juez reingresó a la cancha.

 

En una pierna, tal vez sostenido emocionalmente por el afecto de su esposa Ana Victoria, de sus hijos Luca y Renata, o acaso por la muchachada del Esquiu, amigos incondicionales que lo acompañan y lo acompañaron siempre.

 

Vale señalar una y mil veces que su gesto valiente distó de ser una postura demagógica y tribunera. Pocos, muy pero muy pocos espectadores  asistieron en vivo y en directo a aquella inconmensurable muestra de compañerismo y coraje extremo.  Mazzina lesionado despejaba una y otra vez cada embate rival, trababa con vehemencia sin medir consecuencias posteriores para su rodilla maltrecha, rota, dolorida. Su figura se asemejaba en la fría noche marplatense a la del  gladiador más famoso de la historia. ¡Mazzina era Espartacus!, rebelde  soldado tracio  capturado y vendido como esclavo para transformarse por su potencial en leyenda.

 

Unión finalmente se alzó con la victoria. El experto gladiador dio pelea hasta los 38 minutos del complemento. Al finalizar el partido Lucho dejó el campo de juego acompañado por dos compañeros que lo llevaron hasta el vestuario.

 

El fútbol atesora cientos de historias que trascienden lo estrictamente deportivo. La guapeza de un futbolista que por entonces tenía 36 años de edad emocionó y conmovió  hasta los propios jugadores de All Boys, quienes a pasar de la derrota, se acercaron afectuosamente  para contener desde la palabra a un colega lesionado.

 

Porque Luciano Mazzina siempre fue pura solidaridad, un líder positivo, un guapo que nunca hizo gala de la bravuconada demagógica, un tipo sencillo, humilde, positivo, un jugador de fútbol que  perpetuamente antepuso las bondades del grupo por sobre el individualismo.

 

Espartacus, Prisco, Tetraites, Spiculus, Carpòforo, Crixo, Flamma y Marcos Atilius, cayeron rendidos  aquel 25 de marzo de 2015 a  los pies de un  flaco que dentro y fuera de la cancha afrontó y afronta su vida a corazón abierto.

 

Unión de Mar del Plata amalgamó en su histórico trajinar por la B Nacional una veintena de virtudes que le permitieron, a pesar de los infortunios económicos y deportivos de la etapa final, sostener hasta las últimas fechas la ilusión de la permanencia en la segunda categoría del torneo argentino. Una de ellas, sin lugar a dudas, fue contar en su plantel con el  inmenso Lucho Mazzina.

 

Después de Unión Mazzina vistió los colores de Alvarado hasta que Duilio Botella, entrenador del Torito, desistió de su prestación profesional. El centrocampista nacido y forjado  en las divisiones menores de Quilmes de Mar del Plata comenzaba a cerrar su extensa, sacrificada y  exitosa  trayectoria deportiva.

 

En 2017 el Club Once Unidos lo convocó para ser entrenador de sus categorías juveniles y jugador emblema de su primera división.

 

Esta es una bella historia, una de las tantas que humanizan al mercenario fútbol profesional de estos tiempos. La sencilla y maravillosa historia de Luciano Mazzina, gladiador de mil batallas, portador de un noble espíritu solidario, un alma de buena cepa que porta su espada con la dignidad de los que nunca se dan por vencidos, ni aún vencidos.  

 

Mario Giannotti

 

Comentarios de los lectores

  1. Pedro moraled dice:

    Gran historia contada de primera mano por un gran periodista justiciero y reivindicador !! Felicitaciones

  2. FRANCiSCO dice:

    GRANDE LUCHO , EL GRAN CAPITAN QUE TUVO SPORTIVO BELGRANO DE SAN FRANCISCO , HOMBRE INTEGRO , FRONTAL Y SIN DOBLECES, HERMOSO RECONOCIMIENTO.
    GRACIAS MARIO GIANNOTTI POR EL MERECIDO RECONOCIMIENTO.

  3. Jose dice:

    Ya lo dice el canto 🎶 lucho lucho lucho huevo huevo huevo 🎶 en San Francisco se te extraña!

  4. Agus dice:

    Genio Mazzina!!! Ídolo, gran referente y capitán en San Francisco….jugó un torneo entero con un “dolorcito” en el empeine, infiltrándose cada partido….consiguiendo nuevamente un ascenso a la B nacional. Ese “dolorcito” resultó ser una factura!
    Siempre priorizando el grupo por sobre su persona, humildad extrema….único Mazzina!

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